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El arroz: grano esencial para el mundo y termómetro de la seguridad alimentaria global

junio 22, 2025

El arroz no solo es un alimento, es un pilar de la vida diaria para miles de millones de personas. En la actualidad, casi la mitad de la población mundial depende de este grano como base de su dieta. En regiones como el sudeste asiático y gran parte de África, su aporte calórico puede alcanzar hasta el 60% del total diario, mientras que en países como Bangladés esta cifra se eleva al 70%. Su accesibilidad, adaptabilidad culinaria y valor nutricional lo convierten en una pieza central de la seguridad alimentaria mundial.

Tras varios años de tensión en los mercados internacionales, los precios del arroz comienzan a dar un respiro. Esto se debe, en gran medida, a una mejora significativa en la oferta global: cosechas abundantes en países clave como India, Tailandia y Vietnam, y el fin de restricciones comerciales impuestas en años anteriores.

India y su papel central en el comercio global del arroz

La India es el mayor exportador mundial de arroz, responsable de aproximadamente el 40% del comercio internacional de este grano. Supera con creces a otros grandes exportadores como Tailandia, Vietnam, Pakistán y Estados Unidos. Esta posición dominante hace que cualquier decisión tomada por el gobierno indio repercuta directamente en los precios globales.

A partir de 2022, el gobierno de Narendra Modi impuso restricciones a las exportaciones de arroz en respuesta a condiciones climáticas adversas y un contexto internacional incierto. Estas medidas incluyeron desde la prohibición de exportar ciertas variedades hasta la imposición de aranceles. Como resultado, los precios se dispararon y la disponibilidad del grano se redujo en los mercados internacionales.

Sin embargo, en 2024 India decidió levantar la mayoría de estas restricciones, lo cual ha sido el principal factor detrás de la caída de precios. Solo las “roturas de arroz” —fragmentos que se generan durante la molienda— siguen sujetas a restricciones. Aunque son considerados subproductos, en muchos países como Senegal o Yibuti, estos fragmentos son esenciales para la dieta de la población.

Impacto positivo en África y Asia

La relajación de las restricciones ha brindado alivio especialmente a los países del África subsahariana, que dependen en gran medida de las importaciones para satisfacer su demanda interna. Países como Nigeria, Níger, Senegal y Madagascar han empezado a beneficiarse de la caída de precios internacionales.

Nigeria, el país más poblado de África, tiene una enorme necesidad de arroz precocido. No obstante, su producción interna no logra abastecer el consumo local. La consecuencia es clara: aumento en las importaciones y presión sobre los precios. En Abuja, por ejemplo, un saco de 50 kg de arroz llegó a costar 63,9 euros, en un país donde el salario mínimo mensual es de apenas 45,1 euros. Esto ha generado protestas sociales y críticas hacia el presidente Bola Tinubu. Como respuesta, el gobierno suspendió aranceles y obligaciones sobre la importación de arroz y otros alimentos durante 150 días.

Shirley Mustafa, economista de la FAO, advierte que, aunque los precios globales bajen, esto no garantiza automáticamente que el consumidor final en África pague menos. Factores como el tipo de cambio, los costos de transporte y los márgenes comerciales también influyen.

Perspectivas para 2024-2025

El futuro inmediato parece prometedor. Según estimaciones del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), la producción mundial de arroz aumentará en ocho millones de toneladas, alcanzando las 544 millones de toneladas en la campaña agrícola 2024-2025. Las existencias globales también serán elevadas, lo que brinda mayor estabilidad al mercado. Además, las condiciones climáticas son favorables en regiones clave como India, Bangladés, Indonesia y Vietnam.

A pesar de este panorama positivo, la FAO advierte sobre un posible efecto negativo en los productores: los precios bajos podrían reducir sus márgenes de ganancia y desincentivar nuevas siembras, lo cual pondría en riesgo la sostenibilidad del suministro en el mediano plazo.

Japón: tradición arrocera en riesgo

Aunque Japón no juega un papel protagónico en el comercio internacional de arroz, la reciente crisis ha tenido consecuencias notables en el país. En 2023, Japón sufrió una cosecha insuficiente que llevó a importar arroz de Corea del Sur, algo que no sucedía desde hace 25 años. Según Marcel Thieliant, de Capital Economics, la producción de arroz en Japón ha caído más rápido que el consumo debido al envejecimiento de la población rural y a la pérdida de atractivo de la agricultura como ocupación.

Además, la estricta política de control de importaciones del gobierno japonés ha complicado la respuesta a la escasez, exacerbando la subida de precios. Aunque abrir más las fronteras a la importación sería una solución efectiva, el contexto político previo a las elecciones hace que esta opción no sea políticamente viable.

El arroz es mucho más que un alimento básico: es una herramienta crítica para la estabilidad social y económica de muchos países. La caída reciente en sus precios internacionales ofrece alivio temporal a millones de personas, especialmente en África y Asia. Sin embargo, las lecciones de esta crisis apuntan a la necesidad de diversificar fuentes de suministro, mejorar la producción local y adoptar políticas comerciales más flexibles para evitar futuras vulnerabilidades. En un mundo interconectado, lo que ocurra en los arrozales de India o Japón puede afectar directamente los platos de arroz en Dakar, Manila o Lima.