Puede que nunca hayas escuchado hablar del agar-agar, así que es hora de que sepas qué es este alimento de nombre tan característico, pues cada vez más se está usando en cocina, sobre todo en dietas veganas, pues sus propiedades y beneficios son muchos, además de que está libre de elementos animales, que es la base sobre la que se asienta la filosofía vegana (que va más allá de la simple alimentación libre de producción animal).
El agar-agar es un extracto de células de algas rojas procedente de Japón y China que se utiliza a modo de sustancia gelatinosa y no tiene olor, color ni sabor, lo que permite que su uso sea muy versátil, pues se puede utilizar en la preparación de postres, salsas, mermeladas, helados, para espesar sopas, etc. Su valor nutricional es nulo, pues no tiene grasa, proteínas ni vitaminas (por lo que es muy bajo en calorías: 3 kcal/g); sin embargo, su valor nutricional radica en que, al ser un vegetal marino, aporta yodo y otros oligoelementos, aunque su valor real está en su alto contenido en fibra (80%), lo que aporta saciedad (ocupa un gran volumen en el estómago), además de ser laxante, por lo que es muy recomendado por los dietistas en dietas para bajar de peso.
El agar-agar se presenta mayormente en forma de polvo blanco, aunque también es posible encontrarlo en barras o escamas. Se usa como gelatina, y su poder para dar consistencia es hasta diez veces mayor que la gelatina de origen animal (unos cuatro gramos de este vegetal marino —lo que equivale a una cucharadita— reemplaza a seis hojas de gelatina animal), de ahí su importancia en dietas veganas, ya que además sustituye a los huevos en cremas y flanes. Por otra parte, permite aligerar las preparaciones de grasas y azúcares, ya que la consistencia que ofrece en las recetas light es mayor.
Por tanto, es evidente que el agar-agar se constituye como un complemento ideal para una dieta vegana, ya que su capacidad de gelatinización es alta, además de que funciona como sustitutivo de los huevos en determinadas recetas, y sin olvidar de la gran cantidad de fibra que aporta. Conseguir este vegetal marino no es nada difícil, pues se puede encontrar en tiendas asiáticas, en tiendas orgánicas o biológicas y, por supuesto, en Internet. Por otra parte, pillarle el truco a este condimento puede ser un tanto complicado, y en ningún caso hay que decantarse por aumentar la cantidad que se indica en las recetas que se decidan hacer, pues, como ya hemos dicho anteriormente, su consistencia es bastante alta en comparación con otras gelatinas animales.
Una primera receta fácil de hacer con agar-agar es preparar un zumo de la fruta que prefieras. Ponla en una olla y mézclala con una pequeña cuchara de agar-agar; ahora déjala hervir durante cinco minutos hasta conseguir una sustancia viscosa. Déjala enfriar, pon la mezcla en el frigorífico durante dos horas y… ¡listo! Si te agrada el resultado estás lista para utilizarla en recetas más complejas. Y bienvenida al mundo del agar-agar.